El cataclismo de bahía Cisne

Región de Atacama, 1 septiembre 1420.- El territorio que hoy constituye la República de Chile ha venido sufriendo los embates de la tectónica de placas y el tiempo atmosférico desde hace miles de años, afectando a la población que lo ha habitado en una cadena interminable de tragedias. Hasta hace pocos años, solamente era posible contar con registros de las consecuencias de estos fenómenos a partir de la conquista española. Sin embargo, ahora también el aporte de la geología ayuda a saber más de grandes cataclismos que formaron el territorio.

Es así como científicos de la Universidad de Atacama (Chile) y de la Universidad de Huelva (España) [entre ellos @tatianuskaya y @Lito_Abad] lograron descifrar lo que constituiría el primer cataclismo que afectó a gran parte de Chile, ocurrido 115 años antes de la llegada de los españoles.

Alrededor de las 2.00 horas del 1 de septiembre de 1420, un sismo de magnitud estimada de entre 8,8 y 9,4 afectó la zona comprendida por las actuales regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Atacama, CoquimboValparaíso. Una hora después un maremoto destructivo arrasó con esas costas chilenas y a los pueblos originarios que las habitaban.

El primer registro de este fenómeno lo dejaron los escribanos japoneses de la época, que en sus notas habituales consignaron que entre las 6.00 horas y las 10.00 horas de ese día un maremoto afectó a las localidades japonesas de Kawarago y Aiga, (prefectura de IbarakiRegión de Kanto) cuyos desconcertados habitantes vieron que el mar “se retiró nueve veces” sin sentir sismo alguno. También se han podido encontrar registros de daños en las islas Hawaii (Estados Unidos) causados por “una serie de olas inmensas” que se datan de la misma fecha.

Tomando estas reseñas históricas, los científicos chilenos y españoles estudiaron en la zona de bahía Cisne los enormes bloques de roca que existen tierra adentro, donde los más cercanos a la costa pesan hasta 40 toneladas, otros más pequeños llegaron a unos 300 metros hacia el interior. Tratando de entender la procedencia de ellos, los investigadores buscaron debajo de las propias piedras, encontrando conchas de lapa que databan de entre los siglos XIII y XVII, según resultados de Carbono 14. Con ese dato, los científicos revisaron los terremotos ocurridos en Chile y ninguno concordaba, hasta que dieron con las crónicas japonesas. Ahora debían establecer qué tipo de terremoto fue el que había ocurrido.

Calculando las dimensiones de los pedazos de acantilado que el mar arrancó y el lugar donde quedaron respecto de la línea costera, los científicos estimaron que la ola principal del maremoto alcanzó en Chile entre los 18,5 metros y los 24 metros de altura.

Esos datos sirvieron también para precisar que la magnitud del evento había sido entre 8,8 y 9,4, es decir, se trató de un megaterremoto. “Esto es importante para entender mejor la laguna sísmica del norte de Chile“, dice Manuel Abad, investigador de la Universidad de Atacama .

Hace tiempo se habla de un ciclo de ocurrencia que abarca 100 años. «Recientemente se ha planteado un superciclo de 300 años en el centro y sur del país; y uno que podría ser de 500 años en el norte«, agrega Abad. Esos ciclos más extensos estarían asociados a los megaterremotos, como el de Valdivia en 1960 y, posiblemente, el de bahía Cisne de 1420.

Si desea conocer el estudio en detalle, siga este enlace.

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